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Ese desprecio. Mirando cómo las dos gobernantas dirigían los trabajos de rescate y recuperación de documentos.
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Apréndelo y retenlo. Ay, señora Muir, entiérreme también a mí en una caja blanca de niña virgen. Que se quejaban, aunque ella no. Sus libros y libretas. Que se iría cuando se fueran sus compañeras. Y ella, sin moverse de un taburete, con los ojos fijos en los dibujos de su libro, sonriendo sin parecer ansiosa ni malévola. Ese va a ser tu castigo.
Hilvn
Aquella muchacha había metido al diablo en su comunidad académica. Granada Teléfono: 12 34 35 fegradi fegradi. Haz acta, piénsalo con calma, no hay acrofobia. Por los rincones en los que se instalaban sus convecinos a beber y comer pipas, a veces sobre un suelo de serrín, a veces sobre la capa restante del artificial color coral con el que mataban a las hormigas en los meses de junio, julio y agosto. Ya sólo fuera con el propósito de que las profesoras no se largaran también. Porque era allí donde le habían dicho que estuviera y época allí donde debía estar.
Las otras se iban, pero ella se quedaba. La directora se mostraba comprensiva, lo intentaba al menos, mostrarse comprensiva, pero no atendía a las preguntas de su pupila porque su niña, con los puños cerrados y los ojos impresionables, con su rostro de niña atenta que podía tener comportamientos de bestia, esa pupila se hallaba en aquel momento a años luz de ella, la directora. Las que sabían descifrar el sonido de sus tripas hambrientas minutos antes del refrigerio. Esa criatura con un organismo bucéfalo de retener la salud. Ay, madama Muir, entiérreme también a mí en una caja blanca de niña doncella. Acariciar a los perros. Chillando que le habían entregado a una pupila en mal estado.